Casa Os - Nolaster
Obra. Casa en Loredo, Cantabria.
Se presenta un proyecto de arquitectura bajo las siguientes condiciones. Una pareja ha comprado una de las contadas fincas urbanas con vistas al mar que quedan sin edificar en la costa del CantĆ”brico. DespuĆ©s de peinar cada pueblo costero desde Plentzia hasta San Vicente de la Barquera durante casi un aƱo encontraron el lugar que buscaban en una urbanizaciĆ³n creada en los aƱos setenta junto a Loredo, un pueblo playero satĆ©lite de Santander en el municipio de RibamontĆ”n al Mar.
La parcela 21 de la UrbanizaciĆ³n El Bosque tiene una pronunciada pendiente hacia un acantilado de 30 metros donde rompe la mar. El viento del Noroeste es una presencia violenta casi constante que no deja crecer ningĆŗn Ć”rbol sin resguardo. Cuando un seco castellano llega allĆ se pregunta porquĆ© todas las casas estĆ”n construidas en las laderas sur, dando la espalda al mar. Lo que sucede es que el sol es lo mĆ”s apreciado por los montaƱeses que se construyen una segunda casa por aquĆ, mientras que el mar es para ellos algo evidente.
“Nosotros, sin embargo venimos de lejos buscando el mar, el viento, las olas y entonces, a pesar de ir contracorriente, decidimos quedarnos en la 21”. 90 x 50. 4500 m2 con una edificabilidad del 8%, es decir, 360 m2 construibles. Los sĆ³tanos no computan. Altura mĆ”xima de 3 m al alero y 6 m a la cumbrera. Retranqueos de 10 m a linderos y 12 m al eje del vial trasero. 11 m de desnivel. 30 minutos andando a la Playa de Langre y 10 al extremo oriental de la Playa del Puntal que cierra en su otro extremo la bahĆa de Santander. Horizonte cantĆ”brico desde Cabo Mayor, al oeste, hasta Cabo de Ajo, al este.
Por otro lado, las habituales variaciones temporales de uso en una segunda vivienda, quedaban exacerbadas por la condiciĆ³n de nĆŗmero de usuarios mencionada arriba. Fines de semana, puentes, temporadas largas de varios meses, veranos, inviernos, cada uno de ellos con su combinaciĆ³n numĆ©rica asociada. Un Ćŗltimo factor que se introdujo en este juego de posibilidades fue la incertidumbre sobre el futuro del programa descrito. La edad de los propietarios, el incierto desarrollo de las familias de los hijos de Ć©stos o los posibles cambios de segunda a primera residencia terminaban por configurar un panorama al que habĆa que responder con la precisiĆ³n de un reloj y al mismo tiempo con la suficiente indeterminaciĆ³n como para acoger transformaciones del programa no controlables a priori.
En seguida comprendimos que el experimento debĆa centrarse en la bĆŗsqueda de un modelo de planta que pudiera absorber los flujos del tiempo contemporĆ”neo que se plasmaban en la exigencia programĆ”tica y pudimos recitar nuestra hipĆ³tesis de trabajo: se explorarĆa la posibilidad de organizar un espacio domĆ©stico complejo por adiciĆ³n simple de espacios bĆ”sicos.
LlevĆ”bamos tiempo queriendo constatar esta posibilidad, convencidos de la rigidez que reportan tanto la flexibilidad infinita de la planta libre en programas como el que nos ocupaba como el artificioso posibilismo de las organizaciones espaciales resultantes de dialĆ©cticas complicadas. Dispuestos a asumir el riesgo de adentrarnos en un camino compositivo que no sabĆamos dĆ³nde nos llevarĆa, comenzamos nuestro experimento.
Se planteĆ³ la definiciĆ³n de los lĆmites de un plano de trabajo, atendiendo a las decisiones de escala y relaciĆ³n con el entorno, asĆ como a las exigencias de la normativa vigente. Definido este plano se trabajĆ³ sobre la planta de tal modo que pudieran aparecer asociaciones espaciales desconocidas. Se hicieron varias series de modelos de organizaciĆ³n, ajustando superficies, grosores de muros, sistemas de relaciĆ³n espacial y condiciones de uso, hasta llegar a congelar un momento del proceso del que se extrajo la soluciĆ³n definitiva.
Las parejas simples estĆ”n formadas por dos espacios bĆ”sicos unidos por un hueco de suelo a techo. Las relaciones complejas son las que definen un recorrido entre dos espacios bĆ”sicos a travĆ©s de un tercero. El sistema de adiciĆ³n ha producido unos reconfortantes efectos en la complejidad espacial de la vivienda.
Se presenta un proyecto de arquitectura bajo las siguientes condiciones. Una pareja ha comprado una de las contadas fincas urbanas con vistas al mar que quedan sin edificar en la costa del CantĆ”brico. DespuĆ©s de peinar cada pueblo costero desde Plentzia hasta San Vicente de la Barquera durante casi un aƱo encontraron el lugar que buscaban en una urbanizaciĆ³n creada en los aƱos setenta junto a Loredo, un pueblo playero satĆ©lite de Santander en el municipio de RibamontĆ”n al Mar.
La parcela 21 de la UrbanizaciĆ³n El Bosque tiene una pronunciada pendiente hacia un acantilado de 30 metros donde rompe la mar. El viento del Noroeste es una presencia violenta casi constante que no deja crecer ningĆŗn Ć”rbol sin resguardo. Cuando un seco castellano llega allĆ se pregunta porquĆ© todas las casas estĆ”n construidas en las laderas sur, dando la espalda al mar. Lo que sucede es que el sol es lo mĆ”s apreciado por los montaƱeses que se construyen una segunda casa por aquĆ, mientras que el mar es para ellos algo evidente.
“Nosotros, sin embargo venimos de lejos buscando el mar, el viento, las olas y entonces, a pesar de ir contracorriente, decidimos quedarnos en la 21”. 90 x 50. 4500 m2 con una edificabilidad del 8%, es decir, 360 m2 construibles. Los sĆ³tanos no computan. Altura mĆ”xima de 3 m al alero y 6 m a la cumbrera. Retranqueos de 10 m a linderos y 12 m al eje del vial trasero. 11 m de desnivel. 30 minutos andando a la Playa de Langre y 10 al extremo oriental de la Playa del Puntal que cierra en su otro extremo la bahĆa de Santander. Horizonte cantĆ”brico desde Cabo Mayor, al oeste, hasta Cabo de Ajo, al este.
Se define un movimiento de tierras en la parcela con el propĆ³sito de generar un jardĆn protegido del viento marino. El edificio queda incluido dentro de un prisma de base cuadrada (22x22) y altura de tres metros y medio. La cubierta ecolĆ³gica y transitable es la fachada mĆ”s vista de la casa.
El programa de la vivienda se desarrolla en planta primera, con una planta baja (o sĆ³tano, segĆŗn a quiĆ©n se lo cuentes) de garaje, instalaciones, almacĆ©n, porche y jardĆn de sotavento. NingĆŗn elemento construido en cubierta (chimeneas, barandillas, etc...) supera la lĆnea del horizonte de una persona situada en la cota de la calle.
La voluntad de interferir lo menos posible en la topografĆa visual del paisaje ha llevado a pegar la casa al terreno y establecer modalidades de cubierta y fachada que se relacionen de forma directa con el entorno.
La idea de un “edificio agazapado” estĆ” detrĆ”s de las decisiones en cuanto a volumen, posiciĆ³n, ocupaciĆ³n, imagen exterior y acabados de fachada. La propiedad establece un programa de “segunda vivienda” (todos sabemos que algĆŗn dĆa acabarĆ” siendo primera), condicionado por una variaciĆ³n en la intensidad de uso en cuanto al nĆŗmero de personas, el tiempo de estancia y la Ć©poca del aƱo. La complejidad programĆ”tica (pareja, familia, amigos; verano, invierno; fin de semana, temporadas largas;) se resuelve atendiendo a valores de ahorro energĆ©tico, simplicidad espacial y flexibilidad de uso. La distribuciĆ³n del programa de la vivienda en bandas perpendiculares al eje longitudinal de la parcela es la siguiente (en orden de cercanĆa al mar): salĆ³n/comedor/biblioteca + despacho; habitaciĆ³n Santander + baƱo + aseo/almacĆ©n + cocina + baƱo doble + habitaciĆ³n multiorientada; patio vertical + zaguĆ”n norte + patio acceso; habitaciĆ³n introvertida + baƱo indiscreto + espacio breve + espacio flexible + baƱo abierto + habitaciĆ³n baƱera; patio hueco + zaguĆ”n sur + patio helechos; habitaciĆ³n mĆŗltiple + baƱo + salĆ³n elevado sur + baƱo + habitaciĆ³n no vacancies. La casa OS estĆ” servida.
La experiencia de la complejidad sencilla.
El encargo de la casa OS nos ha permitido llevar a la prĆ”ctica un experimento de arquitectura. La propiedad nos desafiĆ³ con un programa de una complejidad poco habitual en esta tipologĆa que reflejaba necesidades de muy distinto orden. Por una lado el amplio espectro en el nĆŗmero de usuarios de la vivienda que deberĆa variar de dos a treintaitantos, pasando por todas las posibles situaciones intermedias. Ćstas recogĆan combinaciones tales como pareja + pareja amiga (4pax), familia y familia ampliada (6-10pax), amigos de paso, amigos gorrones o amigos de los amigos (10-20pax), por poner un ejemplo.
Por otro lado, las habituales variaciones temporales de uso en una segunda vivienda, quedaban exacerbadas por la condiciĆ³n de nĆŗmero de usuarios mencionada arriba. Fines de semana, puentes, temporadas largas de varios meses, veranos, inviernos, cada uno de ellos con su combinaciĆ³n numĆ©rica asociada. Un Ćŗltimo factor que se introdujo en este juego de posibilidades fue la incertidumbre sobre el futuro del programa descrito. La edad de los propietarios, el incierto desarrollo de las familias de los hijos de Ć©stos o los posibles cambios de segunda a primera residencia terminaban por configurar un panorama al que habĆa que responder con la precisiĆ³n de un reloj y al mismo tiempo con la suficiente indeterminaciĆ³n como para acoger transformaciones del programa no controlables a priori.
En seguida comprendimos que el experimento debĆa centrarse en la bĆŗsqueda de un modelo de planta que pudiera absorber los flujos del tiempo contemporĆ”neo que se plasmaban en la exigencia programĆ”tica y pudimos recitar nuestra hipĆ³tesis de trabajo: se explorarĆa la posibilidad de organizar un espacio domĆ©stico complejo por adiciĆ³n simple de espacios bĆ”sicos.
LlevĆ”bamos tiempo queriendo constatar esta posibilidad, convencidos de la rigidez que reportan tanto la flexibilidad infinita de la planta libre en programas como el que nos ocupaba como el artificioso posibilismo de las organizaciones espaciales resultantes de dialĆ©cticas complicadas. Dispuestos a asumir el riesgo de adentrarnos en un camino compositivo que no sabĆamos dĆ³nde nos llevarĆa, comenzamos nuestro experimento.
Se planteĆ³ la definiciĆ³n de los lĆmites de un plano de trabajo, atendiendo a las decisiones de escala y relaciĆ³n con el entorno, asĆ como a las exigencias de la normativa vigente. Definido este plano se trabajĆ³ sobre la planta de tal modo que pudieran aparecer asociaciones espaciales desconocidas. Se hicieron varias series de modelos de organizaciĆ³n, ajustando superficies, grosores de muros, sistemas de relaciĆ³n espacial y condiciones de uso, hasta llegar a congelar un momento del proceso del que se extrajo la soluciĆ³n definitiva.
Hagamos recuento: la planta de la casa estĆ” formada por 30 espacios bĆ”sicos asociados en 48 parejas simples y 132 relaciones complejas. Los llamados espacios bĆ”sicos llevan asociado un fragmento del programa y un grado de incertidumbre. Tenemos por ejemplo el espacio "cocina" (7) que con toda seguridad seguirĆ” siendo el espacio "cocina" por mucho tiempo. La incertidumbre en este caso es igual a cero. Pero tambiĆ©n tenemos otros espacios como la "salĆ³n elevado sur" (27), que lleva asociado un grado de incertidumbre alto, ya que puede ser un dormitorio comĆŗn, una sala de juegos para niƱos o un salĆ³n de invierno. Y estas posibilidades no sabemos cuando se concretarĆ”n, ni que estabilidad temporal tendrĆ”n. ¿Un dĆa, una semana, un aƱo? El caso mĆ”s extremo de esta incertidumbre se produce en los "zaguanes" norte y sur (11 y 22), que todavĆa nadie sabe quĆ© uso tendrĆ”n, aunque ya se han escuchado diferentes propuestas.
Las parejas simples estĆ”n formadas por dos espacios bĆ”sicos unidos por un hueco de suelo a techo. Las relaciones complejas son las que definen un recorrido entre dos espacios bĆ”sicos a travĆ©s de un tercero. El sistema de adiciĆ³n ha producido unos reconfortantes efectos en la complejidad espacial de la vivienda.
La planta de la casa OS ha quedado definida como un campo de posibilidades mĆŗltiples.Nuestro proceso de bĆŗsqueda ha cohabitado con otros en los que hemos encontrado compaƱĆa y ayuda. Hemos aprendido de aquellos proyectos que rezumaban complejidad sencilla, profunda, poco evidente. Su apariciĆ³n en el lugar comĆŗn de la arquitectura nos ha animado a seguir por el camino incierto que comenzamos, de modo que se han ido desvelando riquezas inesperadas y se han abierto nuevos apetitos.
Obra: Casa Os
UbicaciĆ³n: Loredo, RibamontĆ”n al Mar, Cantabria, EspaƱa.
Arquitectos: NOLASTER
Arquitectos a cargo: Carmina Casajuana, Beatriz G. Casares, Marcos GonzĆ”lez, Pablo Oriol, Fernando RodrĆguez y Arturo Romero.
Fecha: mayo 2002 – julio 2005
Cliente: Carmen Salgado y JosƩ Miguel Oriol.
Arquitecto tƩcnico: AV2 Oficina TƩcnica, Francisco JosƩ Vinagrero.
Contratista: Construcciones Volga + Ramiro Bra Rivas.
Estructura: NOLASTER + Constantino Hurtado.
Instalaciones: Fernando RodrĆguez CerĆ³n.
FotografĆas: JosĆ© Hevia, Jan Bitter.
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